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Vitamina D, Inmunidad y Felicidad

Con la llegada del otoño, el día cada vez se hace más corto, las temperaturas bajan y la humedad se nota en el ambiente. Además, la naturaleza presenta sus colores pardos y anaranjados y el cielo parece menos azul. Estos cambios suelen empeorar nuestro estado de ánimo, pueden afectar al sistema inmunitario y a nuestro metabolismo. 

La astenia otoñal es ese estado de ánimo melancólico que produce  la disminución de las horas de luz solar y que suele provocar un aumento del cansancio. Por eso es importante cuidar del sueño y del descanso en estas estaciones de cambio. Descansar suficiente con un sueño reparador  y aprovechar bien los días en los que no se trabaja ayudan a hacer frente al otoño con mejor cara.

La exposición a la luz solar es garantía de una buena salud, pero su reducción se nota durante los meses más fríos. La falta de luz determina nuestros depósitos de vitamina D, que es fundamental  para el buen funcionamiento de nuestro organismo.

La vitamina D no es una vitamina como las demás, es la única que el cuerpo humano puede sintetizar, específicamente en la piel, bajo el efecto del sol. Sus efectos sobre la salud son numerosos, en especial, sobre la densidad ósea y el sistema inmunitario. Es esencial para el buen funcionamiento del sistema nervioso, muscular e inmunitario, además a nivel neuronal favorece la conexión de cuerpo y cerebro.

La vitamina D también sirve para controlar los niveles de calcio y fósforo del sistema óseo, Es vital en la formación de los huesos, de tal forma que la deficiencia de esta vitamina es una de las principales causas de aparición de osteoporosis. Favorece el buen funcionamiento intestinal y renal. Es también un componente importante en la  recepción de la serotonina, la hormona de la felicidad que ayuda a controlar el estrés y el estado de ánimo.

Aunque el aporte de vitamina D a través de la dieta diaria suele ser insuficiente, hay alimentos que pueden ayudar a mantener los niveles de esta vitamina. Incluir en tu dieta pescados grasos como el salmón, atún, caballa; también huevos y productos lácteos. Los hongos y setas como los champiñones o las setas shiitake. Los vegetales y frutas como el aguacate, pepinos, zanahorias también están recomendados aunque su aporte es menor.

 La falta de vitamina D puede provocar  problemas anímicos, inmunitarios, artríticos, etc. Una forma de recuperar nuestros niveles de vitamina D, es exponernos a la luz solar, ya que la piel se encarga de producirla, al estar en contacto con el sol. Con un rato de exposición en invierno al sol, favorecemos mantener esos niveles.

 

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