Ajo, además de su sabor
El ajo es un ingrediente muy utilizado en la gastronomía mediterránea con un intenso aroma y sabor. Pero además, al ajo se le atribuyen desde hace siglos diversas propiedades curativas. Según un reciente estudio, podría ayudarnos también a reducir el colesterol total y los triglicéridos.
Las propiedades terapéuticas del ajo están más que extendidas: diurético, depurativo, antiséptico y antibacteriano… El ajo desde tiempos remotos ha sido utilizado en el tratamiento de diversas afecciones, lo que ha dado pie a múltiples ensayos que buscan corroborar sus beneficios. Uno de estos estudios es el realizado por investigadores del Instituto de Toxicología de la Universidad de Shandong (China), quienes llevaron acabo un metaanálisis que evaluaba los efectos del ajo sobre los niveles de colesterol. Los autores del estudio concluyen que el ajo podría reducir los niveles de colesterol total y triglicéridos, y sostienen que una terapia con ajo podría ser beneficiosa en pacientes con riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
Entre sus posibles beneficios cardiovasculares podrían destacar la disminución de la presión arterial alta y la reducción del endurecimiento de las arterias (arterioesclerosis).
Otros aportes del ajo
A parte de los posibles beneficios mencionados anteriormente, el ajo es un alimento con rico en minerales (selenio, potasio, fósforo, magnesio, zinc y yodo) y vitaminas (entre las que destacan las del grupo B, como la B1, B3, B6 y pequeñas cantidades C y E).
Precauciones al consumirlo
El ajo, especialmente fresco, podría aumentar el sangrado. Por ello, se recomiendan dejar de tomarlo al menos dos semanas antes de un procedimiento quirúrgico. Además, los pacientes que toman tratamiento anticoagulante deben vigilar su consumo, ya que podría elevar el riesgo de sangrado.
También su ingesta en personas con problemas estomacales o digestivos, podría llegar a producir irritación del tracto gastrointestinal.